martes, 11 de septiembre de 2007

Algo para meditar...

Vamos siempre a sumar, no a restar...
Después de todo... ¿Qué hay de malo en haber sido once metrista?

Cuando leo los distintos medios de noticias de la radioafición, me sorprende sobre manera como los radioaficionados detestan la banda ciudadana y a los que allí operan. Esto sucede tanto en los Estados Unidos como en otras partes donde se usa ese servicio. Estoy de acuerdo con que algunos operadores de esa banda son rudos, no les importa los demás, usan lenguaje impropio y lo único que interesan es probarle a otros que son los líderes, los que transmiten con más potencia, los que llegan más lejos y los que aplastan al que se atreva retarlos. No se por qué nos quejamos, después de todo entre los “radioaficionados” también los hay. La única diferencia es la frecuencia en la que operan.

Cuando me interesé en la radioafición, creo que hace unos 50 años no existía ese problema porque no existía la banda ciudadana. Los once metros eran parte de las bandas de radioaficionados como los 10, 20, 40 mts., etc. Había una sola forma de obtener una licencia de radioaficionado, buscando a alguien que tuviera la experiencia y dispuesto a ayudar, estudiando, sí estudiando mucho y aprobando los exámenes que impone la FCC. Había que sacrificarse, había que estudiar mucho y había que tener conocimientos de la electrónica ya que si no fabricabas tu equipo no podías salir al aire. El dinero, aunque estaba escaso, pero aun teniendolo, no era suficiente para poseer un equipo. Casi todo el equipo era construido en casa. O lo construias o no lo tenias...

Cuando la FCC decidió formalizar la banda ciudadana usando el segmento de once metros que era parte de las bandas de radioaficionados, nacieron cientos de miles de operadores cuyo único propósito era hablar por radio. Todo fue bien hasta que los operadores se cansaron de la restricción de potencia, de los 22 canales (creo que eran 22) de la restricción de antenas. De momento la banda ciudadana que se había inaugurado para que fuera un servicio a los ciudadanos se convirtió en una “bolsa de basura” llena de interferencias, llena de personas insultándose entre si y maldiciendo al prójimo y tratando de destruir a los demás usando lineales de 1, 2, 5 y más KV.

Al pasar el tiempo muchos operadores que entonces llamaban “cibiceros” (no es denigrante, viene de CBers en inglés) se dieron cuenta de que en las comunicaciones por radio había un gran potencial y decidieron dar un salto a la radioafición. Allí había que ganarse “con el sudor de su frente” una licencia pero en cambio lograban orden, buena conducta, mejores relaciones y sobre todo la oportunidad de aprender, experimentar y participar en eventos internacionales dentro de la ley.

Hoy día hay una buena cantidad de operadores radioaficionados que comenzaron en la banda ciudadana. Muchos de ellos muy buenos operadores, excelentes personas interesadas en salir de aquella “bolsa llena de interferencias” y poder disfrutar de las bondades que ofrece la buena radioafición. Creo que a la radioafición le vendría mejor atraer esos operadores en vez de repelerlos.

Después de todo... ¿Qué hay de malo en haber sido once metrista?
Hay infinidad de operadores en la banda ciudadana que están allí por falta de una buena orientación. Muchos de ellos han pensado muchas veces unirse a la radioafición, no lo han hecho porque quizás se han topado con alguno que otro radioaficionado egoísta que no puede soportar que otros lleguen a donde ellos llegaron. Por cada uno de estos “sábelo todo” y creyentes de que las bandas son exclusivas, hay docenas de radioaficionados amigables, bondadosos y prestos a ayudar al que pide ayuda, a esos les llamamos ELMERS.

Es cuestión de que ambas partes acepten – la primera, los operadores de la banda ciudadana interesados en la radioafición deben aceptar que hay reglas y restricciones y la segunda, los radioaficionados, deben aceptar que hay muy buenas personas fuera de la radioafición que desean aprender, modificar su conducta y disfrutar en buena lid de la radioafición.
Exhorto los clubes a que desarrollen programas que atraigan a los once metristas a estudiar, preparase y obtener sus licencia de la FCC. También exhorto a los “once metristas” a aceptar que para que exista el orden y la disciplina deben existir reglas que debemos cumplir al pie de la letra. Estoy convencido de que un buen por ciento de los CBers que den el salto a la radioafición, serán mejores en calidad, conocimientos y participación que muchos operadores que hoy tiene licencias de radioaficionados y que nunca fueron once metristas!

Hasta la próxima
73,
Victor, KP4PQ

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